Tanto los genes que heredamos como nuestras hormonas y nuestro estilo de vida afectan el máximo nivel de masa ósea que alcanzamos. Los factores genéticos son los que más influyen en el nivel máximo de masa ósea, pero para que los niños alcancen su «potencial genético», necesitan un nivel adecuado de ciertas hormonas, además de una alimentación sana y ejercicio regular.
En la pubertad, hormona de crecimiento y las hormonas sexuales (estrógeno y tetosterona) son esenciales para que la masa ósea aumente en niños de ambos sexos.
También es muy importante para que la salud ósea mantener un peso saludable, realizar actividad física y consumir suficiente vitamina.
El calcio es el principal mineral de los huesos, y la vitamina D contribuye a que el cuerpo absorba el calcio. Los ejercicios en los que se soporta el peso, como correr y saltar, aumentan la fuerza de los músculos y huesos.